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martes, 20 de noviembre de 2018

Fogata

Al borde de una fogata descubrí que esa noche de Febrero fue mas que aquello de lo que se escribe en infinita soledad. En la calma, en la oscuridad y frente a unas rosas blancas. Y el otoño en Marzo.

Vi a Luna tan feliz, que me invadió el alma. Sonreía como nunca la había visto.Tanto que se notaba en su rostro el rubor tan brillante que nadie notaba. Y ahora es solo su lejana tristeza que se aleja y no la dejaba vivir, y existir. 

No deje que notara mi presencia, para no invadir su momento de inmensa felicidad. En el mar anclaba mi sensación de vivir escuchando en un caracol la palabra amor.

Y lo que me dijo hace mucho tiempo, volaba en las cenizas del viento y la leña que ardía en ese verano. Ya nadie consultaba el reloj para ver si los minutos o las agujas iban para adelante, o se detenían latidos y susurros en las sombras.

Bailaba a raíz de la espuma que venia suavemente tocando sus pies. Y el aire cardinal dibujaba su cabello, y el vestido de flores que se amoldaba a su figura .

Parecía que los grillos cantaban con ella, pidiendo al cielo la lluvia en la orilla. Para que sus lagrimas se confundan con los cristales del cielo. Que de tristeza no solo siempre se llora, también de felicidad.

Llevaba en el alma un libro con cientos de hojas blancas para poderlas escribir a su manera y sin penas. Y esos tropiezos lejanos, verlos tan lejanos como desierto en tormenta de arena.

Mi fogata se consume, y yo me despido de Luna. Sin que me vea llevo su historia y su tristeza, porque ahora es felicidad lo que lleva y llena su vida.

Entre su baile y mi alegría, camino con mi vida hacia una nueva historia. Y esas cenizas vagando a su destino... El olvido, y una nueva Luna....








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