¿Sera
necesario escribir una novela? Se
preguntaba un vagabundo que deambulaba por la plazuela antigua. No, no lo creo
– Se respondió.
Mientras
seguía caminando tocándose la barba blanca. Mirando hacia el horizonte,
se sentó en una vereda. Y dentro de un sweater viejo que cubría su dorso, sacó unas hojas escritas que parecían desaparecer con el tiempo.
Estrofas
dedicadas para algún amor. Eran muchas, muchas hojas. Que perdía la mirada en
ellas mientras leía. – Y repetía
Cuanto lo siento.
Siento tanto la verdad seguir así. Tanto mas, sé que no te gusta verme de esta manera,
y lo peor de esto es no oírte.
Pasaba de
hoja en hoja, y estiraba su sweater para limpiar sus lágrimas. El reloj que
llevaba en la muñeca no figuraba hora alguna.
No existía
tiempo. Parecía que vivía atrapado en un pasado triste y melancólico.
Con su
mirada tan brillante. Luego se levanto para continuar con su camino.
Ellos murmuran
y no se acercan. En una tarde que arrincona su tristeza un poeta. Escribía en
su mirada, y en el fondo de ese sendero.
Era un amor
tan profundo que parecía morir en aquel ocaso.
Y no en la mente del viejo vagabundo que frecuenta la plazuela vieja.